Vida útil


 Vida útil de un satélite geoestacionario:


Las perturbaciones que afectan la posición del satélite provocan que se tenga que utilizar un subsistema
de propulsión para corregir dicha posición, pero para activar el propulsor se necesita
combustible, sin embargo, el combustible dentro de un satélite no puede durar para siempre, por
lo que representa una limitación en el tiempo de vida útil. Así es que, la cantidad de combustible
determina el tiempo que un satélite puede durar trabajando, ya que acabándose el combustible
no hay otra forma de poder corregir la posición, por lo que se pierde el control sobre él.
Después de varios años de trabajo normal y de correcciones para mantener el satélite dentro de
su ventana de posicionamiento, el combustible se agota; entonces es preciso desactivarlo, para
evitar posibles interferencias radioeléctricas con otros sistemas satelitales cercanos. Sin embargo,
el artefacto que va a ser desactivado no permanece en su antiguo hogar o ventana de posicionamiento,
ya que lo más seguro es que se esté preparando otro satélite que supla al que ha llegado
al fin de su vida útil en la misma posición orbital para mantener la continuidad del servicio de telecomunicaciones
e incluso mejorarlo con tecnologías más avanzadas. Por lo tanto, la última reserva
de combustible es utilizada para impulsarlo hacia una órbita superior a la órbita geoestacionaria.
Se escoge una órbita superior porque, el ponerlo en una órbita inferior representaría un peligro,
considerándolo como desecho o chatarra espacial que podría afectar en la colocación de saté-
lites nuevos.
Los satélites impulsados al final de su vida útil hacia la nueva órbita de retiro o “cementerio de los
satélites”, como se le conoce comúnmente, pueden quedar a una altitud adicional que va desde
unos 100 km hasta varios cientos de kilómetros.
Después de que un satélite es desorbitado y apagado permanece en órbita alrededor de la Tierra,
describiendo en su trayectoria una figura o traza semejante a la de un número ocho todos los días.
Esta traza crece con el tiempo, conforme aumenta la inclinación progresiva del plano orbital hasta
llegar a una posición de equilibrio en el que el satélite permanecerá errante a aproximadamente
100 km de la órbita geoestacionaria.
















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