Las órbitas


Las órbitas LEO, MEO y GEO:


De acuerdo a la distancia entre un satélite y la Tierra, las órbitas satelitales se dividen en 3 tipos:
órbitas bajas (LEO), órbitas medias (MEO) y órbitas geoestacionarias (GEO). Las LEO se ubican a
aproximadamente 800 km. Las órbitas MEO se ubican entre 10 000 km y 12 000 km de la Tierra. Y
las GEO están ubicadas a 35 786 km de la Tierra.
Existen importantes características que se deben analizar para la colocación de un satélite en órbita,
ya que es necesario conocer las ventajas y desventajas de cada opción, ya sea para LEO, MEO o
GEO. Las órbitas LEO y MEO se ubican a menor distancia de la Tierra comparándolas con la órbita
GEO, esto tiene como ventajas una menor atenuación de la señal al realizar un enlace satelital
(entiéndase un enlace satelital como la comunicación entre una o varias bases terrenas con un
satélite, ya sea al transmitir y/o recibir información a través de ondas radioeléctricas). Una mayor
atenuación, como sucede con la señal que se recibe de un satélite geoestacionario, requerirá que
se utilicen receptores con mayor sensibilidad que puedan captar la señal transmitida. La otra ventaja
es un menor retraso de la señal recibida, esto es fácil de notar debido a que un satélite geoestacionario,
al estar más lejos con respecto a la Tierra, provocará que la señal tenga que viajar más
distancia a comparación de una señal transmitida por un satélite de órbita media, y más aún con
uno de órbita baja.
A pesar de las evidentes desventajas de la órbita GEO con respecto a las órbitas LEO y MEO, existen
marcadas ventajas que le han permitido ser una de las opciones preferidas para sistemas de
comunicación terrestres.






La más clara ventaja de esta órbita nos la da su nombre y es, por tanto, su principal característica:
el término geoestacionario se refiere a tener un satélite que al mirar al cielo, siempre se observa
como un punto en el mismo lugar, o sea que no tiene un movimiento aparente. Esta característica
permite que sea más fácil, para los sistemas terrestres, ubicar al satélite, ya que siempre estará en
la misma dirección, a comparación de los satélites ubicados en órbitas LEO y MEO, los cuales nunca
están fijos en el cielo, lo que dificulta su seguimiento por sistemas terrestres, por ello es necesario
utilizar constelaciones de satélites en éstas órbitas, ya que de otra forma, es muy probable
que se llegue a perder la conexión debido a que los satélites se mueven y al desplazarse de un lado
al otro del cielo, terminan por desaparecer de la vista y los sistemas de seguimiento tendrían que
esperar a que el satélite diera una vuelta a la Tierra para volver a visualizarlos.
Otra ventaja es la zona de cobertura que pueden manejar los satélites geoestacionarios, ya que,
además de ser una zona fija, es amplia con respecto a satélites de órbitas más cercanas a la Tierra,
esto es porque las antenas de los satélites, al tener una mayor distancia con respecto a la Tierra,
podrán abarcar zonas más grandes de acuerdo a su patrón de radiación, además el tener una zona
fija permite ofrecer servicios de manera eficiente.
Por estas razones, los satélites geoestacionarios son una elección recurrente para los servicios de
Telecomunicaciones, aunque algunos servicios, como la telefonía móvil, suelen utilizar satélites en
órbitas bajas debido a las ventajas que se mencionaron anteriormente.
Cabe aclarar que los satélites no solo son utilizados para servicios de Telecomunicaciones, también
tienen diversas aplicaciones como en sistemas de detección o como una ayuda en la elaboración
de mapas muy precisos de la Tierra, inclusive para cuestiones meteorológicas, en cuyos casos se
utilizan satélites en órbitas bajas que mientras se mueven “recorren” distintas zonas de la superficie
terrestre capturando imágenes o midiendo patrones.








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